Notas
Legado Milenario
viernes, 30 de Julio de 2021A mano o a máquina, la alpaca llena de colores al mundo
La alpaca es uno de los pilares de la economía nacional y esto se debe al trabajo de artesanos y confeccionistas comprometidos con las tradiciones de su país. Conoce aquí cómo se ha dado este proceso de miles de años hasta hoy.
La fibra de oro de los Andes debe su prestigio al esfuerzo de miles de artesanos peruanos.
Todo habría empezado en la cuenca del gran lago Titicaca, donde nació el Imperio Incaico. Allí, los hombres esquilaban a las alpacas para usar su noble fibra como abrigo para sus seres queridos.
En una rueca artesanal -mecanismo compuesto de una vara y una rueda giratoria-, las mujeres hilaban ponchos, chullos y medias de colores que dejaban boquiabiertos a quienes llegaban desde otras regiones.
Los artesanos vieron que era bueno el intercambio y así la fibra se extendió por el Perú.
Hoy en día, la alpaca es uno de los pilares de la economía nacional y esto se debe al trabajo de artesanos y confeccionistas comprometidos con las tradiciones de su país.
A continuación, dos testimonios que grafican la creatividad de los peruanos en tiempos de pandemia.
Tonalidades del Altiplano
En Puno confluyeron desde tiempos inmemoriales pueblos quechuas y aymaras, los cuales trabajaron la fibra de alpaca en sus 22 tonalidades naturales.
Xavier Negrillo, representante de la Coordinadora de Mujeres Aymaras de Chucuito (Puno), conoce bien la historia.
“La alpaca tiene colores diversos, aunque también solía teñirse utilizando plantas, minerales e incluso la cochinilla (un insecto de la tuna, de cuya hembra se extrae el color carmín)”, refiere.
Según el experto, hoy en día existen tintes artificiales biodegradables, fabricados según la norma técnica, con los cuales puede buscarse los colores adecuados según el pedido del cliente.
La Coordinadora de Mujeres Aymaras, con sede en Juli, a orillas del lago Titicaca, agrupa a más de 300 mujeres procedentes de 4 provincias de la región. Ellas se dedican a la confección de prendas de alpaca y algodón, tejidas a mano, a palito y crochet. También fabrican artículos para el hogar.
Según su representante, tras el auge de la industria artesanal de la alpaca, aparecieron las hilanderías, que hoy manejan entre el 80 y 90 % de la producción de chompas de alpaca.
“La mejor fibra de alpaca sale de Puno-, asegura Negrillo-, bien por la altitud, bien porque antes de la reforma agraria, había grandes haciendas en la zona. Pero la industria textil de la alpaca está realmente en Arequipa”.
Xavier mira el futuro con optimismo, ya que gracias al negocio textil, 300 familias aymaras tienen una oportunidad para subsistir.
El horizonte es infinito
Ciprián Fernández también es testigo de cómo el negocio de la alpaca ha influido en su vida y en la de miles de peruanos.
Cuando era niño, en las alturas de Vinchos, Ayacucho, Ciprián miraba el paisaje de nubes algodonadas, montañas marrones y praderas salpicadas de alpacas.
“¿Algún día tendré mi propio negocio?”, se preguntaba.
Con el correr de los años, aprendió el arte de sus ancestros y luego se mudó a Huamanga donde hoy, después de años de lucha, por fin regenta su propia tienda.
“Yo tejo alpaca desde los 14 años. Mi especialidad son los tapices”, cuenta con orgullo. Ciprián abrió un local en el Pasaje Bolognesi, en el centro de la ciudad, donde trabaja con su hija menor, María.
Si bien la actual crisis de salud ha afectado al mercado nacional, Ciprián no pierde las esperanzas de seguir vendiendo sus tapices.
“Espero que los peruanos apoyen al artesano nacional porque necesitamos salir juntos de esta crisis”, invoca desde Ayacucho.
Mientras tanto, sigue tejiendo sueños en su taller, como cuando era un niño.
“Quisiera que mis obras inspiradas en la cultura Wari lleguen algún día a los museos”, reflexiona en voz alta.
Con esfuerzo y dedicación, todo es posible.
Fuentes: